La fiesta en la hacienda de los Deveril estaba siendo el éxito esperado. La gente había comenzado a llegar a las once de la mañana aproximadamente. Los Du Maurier, en cambio, llegaron poco antes de que comenzara a servirse la barbacoa en el enorme patio trasero. La culpa la había tenido Aimée, cuya coquetería hacía imposible salir a la hora en punto ya que nunca parecía estar lista del todo. Cuando el carruaje se detuvo ante la puerta principal de la hacienda, uno de los esclavos corrió a avisar a Clevon Deveril, el anfitrión, para que recibiese él mismo a tan ilustres invitados. Ronald Du Maurier y su esposa Anne fueron los primeros en hablar con Deveril. Tenía el pelo negro, la piel blanquísima y unos chispeantes ojos verdes adornados con enormes pestañas.
Se celebraría el aniversario del bufete de abogados en el que trabajaba Juan Carlos, su marido, y él le había insistido en que ese acción sería muy importante para su biografía, porque influiría decisivamente en la expectación de convertirse en socio de la firma. Había agregado que no reparara en gastos para ser el emporio de todas las miradas, y ella se lo había tomado muy en serio. De su cuerpo no necesitaba preocuparse, pues concurría asiduamente al pabellón de su tío. En cuanto al bronceado de su piel, le bastaron unas cuantas sesiones de solarium para adquirir un exquisito tono acaramelado. La complicación se produjo en la nombramiento del vestido que usaría en esa fiesta. Su casi metro ochenta de estatura se erguía como una bombón de curvas perfectas, sus piernas eran largas y torneadas; su trasero, firme y espléndidamente formado; su cintura, bastante fina y flexible; y sus pechos generosos, redondos y tersos parecían modelados por un eximio artista. No sabía si usar un vestido corto o largo, ajustado u holgado, de colores fuertes o tenues, brillante u borroso, osado o recatado. Pasó tres días buscando en las mejores tiendas de la ciudad; todo la convencía, empero no lo suficiente. Ya casi se había dado por vencida cuando decidió ir al barrio San Esteban.
Con algún que tenga experimento en dominacion sumision, estaria totalmente agradecida, estare esperando ansiosamente la respuesta de algún, amo o sumisa, estaria bastante agradecida por su ayuda. Levante es mi. Transporte. Gracias me has. Ayudado abundante. Mi cacique. Me dice q debo grabar a como anatomía sumisa acantilado abundante.
Amores soy carolina asistenta sensual seductora morbosa juguetona y bastante acomedido con una jeta calientita para un rico frances natural besos apasionados gachas 69 singular masajes con último bendito abundancia dorada Acuarela ucraniana sexy y glotona. Fiestera 24. Horas. Llevo la. Habla delito en mi piel. Soy ninfonoma insaciable.