Cada bombeo me daba mucho gusto y mi cuerpo estaba rebosante de placer. Vi entonces que mi nenita tenía los ojos muy abiertos y, con sorpresa e interés, estaba viendo mi posesión. Ya no me importaba nada, mucho menos el olor a sudor, y el tufo a vino de aquel hombre. Él se movía tan exquisitamente, que me hacía sentir un enorme placer con su penetración. Su verga me entró hasta el fondo y luego salió hasta la cabeza. Nunca me habia sentido tan profundamente penetrada. Las paredes de mi vagina, se contrajeron como quieriendo atrapar ese pedazo de carne. Confundida, pero muy caliente, le respondí: — No papito. Los orgasmos me asaltaban uno tras otro en forma despiadada.
Otro grupo permiten que su pareja venéreo se acueste con otras personas y otros tantos prefieren no tener galán si el otro no es asexuado también. En consulta, se resisten a ser catalogados con diagnósticos médicos ambición sexual hipoactivo o trastorno por alergia al sexo , ya que plantean que ellos no sufren por su condición de asexuales. También rechazan interpretaciones psicológicas que explican su situación como el resultado de mecanismos de defensa como la represión, sublimación o emigración del deseo hacia otros objetivos, exigido a traumas, violencia, poca estimulación y exploración, educación sexual carente, etc. En este sentido, estos pacientes dificultan que los especialistas realicen un descarte de causas fisiológicas y psicológicas que expliquen su condición. Lo anterior se déficit a que estas personas definen la asexualidad como una de las tantas formas de identidad y son congruentes con su forma de sentir. Defienden las relaciones vinculares basadas en el romanticismo sin tener a lo amatorio como objetivo prioritario.
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