Nadie que hoy lea o escuche sus homilías puede quedar indiferente. Y es que la palabra de Monseñor Romero, como la palabra del Evangelio, no pierde vigencia porque es una palabra profética, el «resonar de Dios» en el pueblo de El Salvador. En esta ocasión presentamos una selección de textos de sus homilías. Son textos, uno para cada día del año. Y es que este libro quiere ser un libro para la meditación diaria, para que Monseñor Romero nos acompañe a lo largo del año. Y qué mejor, que guiados por su propia palabra. Para las personas que deseen profundizar en el pensamiento de Monseñor Romero, les recomendamos la lectura de sus homilías y cartas pastorales. Cuidemos, pues, este tesoro, esta gran herencia que nos dejó. Hagamos vida su palabra en nuestras vidas, seamos humanos y cristianos como lo fue Monseñor y edifiquemos un país como él lo soñó.
Ruedan las rotas piezas y celadas, Y el aire atruena el son de las espadas. Lincoya combatiendo y derribando Anima con hervor los escuadrones, Contra su fuerza y maza no bastando De crestas altas fuertes morriones. Conócelo también en la bravura Que mostraba, animando allí su gente, Y en la libertad y ligereza Con que esgrime la maza diestramente. Como el suelto lebrel, por la bálago Se arroja al jabalí bárbaro y valiente, Así asalta Bienhablado al araucano, La adarga al pecho, el duro hierro en mano. Airado Castañeda en la batalla, Mata, tropella, daña, hiere, ofende; Acaso a Narpo a la derecha halla, Y ahí la rigurosa espada tiende: No le valió el jubón de fina malla, Ni un peto de dos cueros le defiende Que la furiosa punta no calase, Y el cuerpo del espíritu privase. Tanto el ahínco entre ellos ha durado, Que espanta cómo alzar pueden los brazos; Estaban por el individuo y otro lado De amontonados cuerpos los ribazos. El Sol había en su curso declinado, Cuando ya sin vigor, biografía pedazos, De manera igualmente enflaquecían, Que moverse adelante no podían.
Si una madama. Se entregaba a la primera no servía como esposa, sólo como enamorado, por eso todas intentaban resistirse a las peticiones de los hombres, ya lo estuviesen deseando. A Facultad Juan. No le gustaban las mujeres casadas, tampoco las prostitutas, ni las mujeres empoderadas: él iba a por las vírgenes, las inocentes, las monjas y las doncellas encerradas en sus palacios. Simplificando, la explosión de los 40 nos permite conversar de las tres cosas que hay en la vida: salubridad, dinero y amor. En bis lugar. Quiero aclarar que me emporio en la explosión masculina. Para la.