Espero que Eric y Jud os vuelvan a enamorar. Ésa es la palabra que define perfectamente el apetito que siento por él. Por mi alucinante, guapo, sexy y morboso marido. Todavía no me lo creo. Estamos en Tulum, México, disfrutando de nuestra luna de miel, y no quiero que acabe nunca. Acomodada en una maravillosa hamaca, tomo el sol en toples. Me encanta sentir los ray os del sol en mi cuerpo, mientras mi Iceman habla a escasos metros de mí por teléfono. No es para menos.
La gente puede cambiar, esto es evidente: yo no soy la misma andoba que cuando tenía quince años, tampoco seré la misma a los setenta. Pero hay veces que queremos evolucionar y no podemos, algo nos arrastra hacia otro lado. En el gacetilla de hoy os quiero hablar sobre el proceso de cambio, y cómo se consiguen los cambios duraderos. Los motivos pueden ser diversos, pero no estamos decididos realmente a cambiar. El malestar es todavía soportable y postergo la posibilidad de cambiar.
Las decisiones que tomamos siempre nos enseñan algo importante. Evita entonces consultar con otros cada paso que das y atrévete a hacer cosas sin reconocer o sin pedir siempre aprobación. Abres la puerta a muchas actitudes que en el fondo sabes que no deberías recibir de otros y te justificas pensando que lo haces por amor o por llevar la fiesta en paz. Evita dar el informe equivocado. Lo que haces al no poner límites es decir entre líneas que pueden hacer contigo lo que quieran. Es posible que te sientas muy incómoda cuando alguien te brinda un reconocimiento. Ya sea que te elogien o te feliciten, de junto buscas la forma de quitarte la medalla.
Anímico. Se te. Déficit admirar de alambrera y no salir otras personas. Si no quieres. Que se te reconozca, puedes salir de espaldas, acusar solo las manos, o en otra circunscripción que no se te identifique rotundamente. No publicamos fotos. Difuminadas, pixeladas o que tapen el faz. No pueden acusar.